Mr. Brightside - The Killers
Hola, ¿cómo estás?
Hoy quiero hablarte de una cosa. Nunca me ha pasado algo así, y me preocupa.
Es como si me tiraran del pecho. Es una sensación desagradable y muy intensa. Me daría mucha vergüenza admitirlo en voz alta, y jamás lo haría delante de nadie, pero ya que tú no me conoces… creo que siento celos.
El Rubio ha estado enseñando a Eva a hacer sus primeros trucos, y yo también. Resulta que solo necesita que la hagan reír para dejar la mente en blanco.
Esta tarde he ido al súper a por Pepsi para todos. Cuando he vuelto, el Rubio le estaba diciendo algo a Eva. También le estaba cogiendo las manos para ayudarla a mantener el equilibrio y los dos sonreían como si fueran las personas más felices sobre la faz de la tierra. El Rubio se mordió el piercing del labio mientras la escuchaba hablar, y después ella se lanzó a abrazarlo por el cuello.
O sea, ¿qué narices ha pasado?
Me empezó a picar todo el cuerpo. Sentí una envidia extraña, supongo. Como si deseara ponerme entre los dos.
—Ten cuidado. Puedes hacerte daño —advertí, mientras me acercaba.
Eva había estado tratando de hacer un ollie con el pie cambiado. No sé qué coño le está enseñando el Rubio.
Mi mejor amigo me arrancó la bolsa de plástico de la mano y sacó dos latas. Le pasó una a Eva y después se abrió la segunda para él.
He estado celoso todo este tiempo.
—Me he metido trescientas hostias en la última semana —se quejó Eva, con la mirada fija en sus zapatillas negras. Impotente—. Ya sé que me puedo hacer daño.
El Rubio se quitó la sudadera rosa y la lanzó como un proyectil hacia el borde de la pista que siempre usamos para dejar nuestras cosas. Debajo llevaba una camiseta naranja de manga corta que además le quedaba increíble. Cualquier color del arcoíris le va bien en realidad, y eso se puede extender a todos los aspectos de su vida. Es frustrante.
La sudadera aterrizó junto al bolso de Kelly y el abrigo del Blando.
—Hay mejores formas de caerse que otras —le expliqué a Eva cuando el Rubio se fue a repartir los refrescos—. Evita caer con las rodillas o las muñecas.
—Soy un pato mareado.
Intenté que se me ocurriera una broma, algo divertido que decirle al respecto, pero no soy muy rápido en estas situaciones.
Kelly se acercó y lo hizo por mí:
—Más bien un espantapájaros.
Su prima no se rio, sino que se quedó inmóvil e incómoda, sin saber qué hacer.
—Se te da muy bien girar —dije, en cambio, porque odio la sensación de hacer el ridículo y aún más la de sentirme inferior—. Es muy guay verte.
Me sonrió, y solo con eso se me pasó el mal humor. Creo que ya te lo he dicho, pero es contagioso. Antes veía a Eva como un problema. Ahora, cuando sonríe deja de haberlos.
—Eres un patito —dije, y reprimí el impulso de alargar la mano para tocarle el pelo, rojo y ligero.
Sin embargo, cuando creo que sé cómo va a reaccionar, me demuestra que me equivoco.
—Cierra la boca, Capi, que se te cae la baba.
Me empezaron a arder las mejillas. Le pellizqué la pierna para que no prestase atención al color de mi cara.
—¡Ay! —se quejó, sin levantar la voz, y luego se rio—. No te preocupes. Yo también he estado así por otras personas.
Se me pasó por la cabeza que Eva tenía una vida antes de nosotros, y que yo no conocía un solo detalle de ella.
—¿Tienes novio?
—No, no te preocupes —respondió, y yo no sé qué quiso decir con eso.
—No me preocupo.
Busqué algo que hacer, alguien a quién mirar.
—¿Y si fuera lesbiana? ¿Qué harías?
¿No te parece una conversación muy rara?
—Nada, no haría nada —reflexioné—. ¿Lo eres?
—No —repitió, dubitativa. Yo ya estaba buscando la forma de cambiar de tema—. Bueno, a medias.
—Lo entiendo —respondí. Quería ser empático con ella, y la verdad es que tenía sentido.
—¿Ah, sí? —Ella levantó la vista y yo apoyé un pie en el skate para deslizarlo hacia delante y hacia atrás.
—Pues claro —respondí, serio.
Como te dije el otro día, Eva y yo somos muy parecidos.
El Rubio volvió después de repartir el resto de las bebidas. No quedaba ninguna para mí, pero al menos compartió la suya conmigo.
—Gracias.
Alzó una ceja, y tampoco sé qué quiso decirme. Puede que están ocurriendo más cosas de las que pensaba.
—Rubio —Quería echarle en cara algo, pero no podía, porque no estábamos solos—, como profesor eres penoso, te lo tengo que decir.
No me gusta ver al Rubio y a Eva juntos. ¿Estoy siendo gilipollas?
Cuando era pequeño envidiaba al Rubio por la familia que tenía. Me encantaba ir a su casa porque su madre era muy atenta mientras que en la mía nadie hablaba conmigo. No sé por qué estoy diciendo esto. Mi madre también es atenta, pero de otra manera.
No sé si lo puedes entender del todo, pero es como si no existieran problemas en casa del Rubio. Y al entrar por la puerta de la mía no encuentro otra cosa.
Pero eso no es lo único que envidio de él. A lo largo de los años, he sentido celos de la manera que tiene de resolver sus movidas, de los trucos que es capaz de hacer con el skate y hasta de cómo le queda la ropa. Aunque eso ya no me molesta.
De pequeño quería que él fuese mi hermano, y vivir juntos. Aún fantaseo con ello de vez en cuando. Aunque ahora siento celos muy diferentes. Porque los hermanos no deberían temer por el lugar que ocupan.
—¿Sabes qué he pensado? —Me rodeó los hombros y bebió un trago largo—. Voy a intentar hacer una secuencia de hardflip late shuv, tre flip late flip y acabar con un no comply impossible.
—No me he enterado de nada —dijo Eva.
Estuve a punto de decirle que es un flipado, pero no lo hice, porque lo peor es que es capaz de conseguirlo.
—Es una puta barbaridad. Buena suerte, tío. —No se me ocurrió qué más decirle. Ojalá mis objetivos fueran como ese.
En ese momento, el Blando pasó por nuestro lado y se cayó contra el suelo unos metros más adelante, intentando hacer Dios sabe qué. Se quedó tirado unos segundos de más y enseguida Valle se acercó a comprobar que no se hubiera roto algo. Nunca le ha ocurrido nada, pero mentiría si dijera que no me asusté.
El Blando es el más pequeño de nosotros, pero a veces se me olvida.
El Rubio y yo nos miramos antes de acercarnos. Pero Valle le estaba ayudando a incorporarse.
—¿Bien? —le preguntó.
—¿Tú qué crees? Ni que me hubiera atropellado un camión.
Valle no dijo nada. Él es todo lo contrario al Blando: grande y fuerte y serio. De hecho, parece mayor que los demás. Y aún así son mejores amigos. Es curioso, ¿no te parece? Me pregunto qué hace que dos personas se compenetren tan bien.
Y si yo soy el único que se siente aislado entre sus amigos.
Creo que es porque ahora estoy triste, pero de vuelta a casa mi mente ha vuelto sobre lo que dijo mi hermano.
Quizá sí me he equivocado, ¿no? Quizá tendría que haber seguido estudiando. A veces me lo planteo, y pienso en qué podría hacer a estas alturas. Pero luego recuerdo que soy incapaz de prestar atención durante más de diez minutos, y me obligo a borrar esa idea.
He estado yendo a mil entrevistas de trabajo, intentando que me cojan. No me quieren en ningún sitio, ni siquiera mintiendo. Normalmente, llego y me preguntan si sé inglés. Digo que sí. ¿Estarías dispuesto a trabajar por la noche? Sin problema. ¿Tienes medio de transporte propio? Claro, tengo una moto (si el skate cuenta como moto) ¿Has acabado la ESO? Sí (y eso ni siquiera es mentira)
La mirada de decepción de mi hermano se repite cada día, y yo también estoy cansado.
Piensa que soy un inútil. No, peor, cree que simplemente soy idiota. Es cierto que no soy brillante, pero que no sirva para estudiar no significa que no tenga futuro ¿o sí?
Mis padres en la cena me han dicho que no me preocupe, que ahora nadie consigue trabajo. Que no es culpa mía.
Ah, por cierto. Han despedido a mi padre. Por eso necesitamos el dinero. Me he enterado sin querer mientras jugaba con mi sobrina Iris, que es la hija de mi hermana mayor.
En conclusión, tengo muchos problemas que arreglar.
¿Alguna idea?
Ian.
¡Hola!
Como siempre, ya sabes que puedes responder a este correo o dejar un like si te gusta cómo está avanzando la historia, me ayudaría mucho saberlo <3
Estoy muy contenta de traeros este correo, porque es de las primeras escenas que pensé al escribir esta historia. Espero que estéis leyendo entre líneas, porque Ian no se da cuenta de lo que pasa hasta dentro de mucho jajaja.
¡Nos vemos pronto!